Unos black bass de Orellana.

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Tenía un poco olvidado el pantano de Orellana así que el otro día decidí acercarme un rato por allí. Comencé con una spinner que me dio dos lucietes que no llegaban a los tres quilos pero que dieron su juego.

Al final no me quise venir sin tentar a los blases y con una lombriz de color watermelon que me quedaba lancé y en diez minutos enganché cuatro sin moverme del sitio con la misma lombriz. La tuve que cambiar porque ya no aguantaba más y no tuve más picadas. 
Una mañana entretenida.



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